lunes, 27 de abril de 2009

Llega la primera agencia de turismo a la Puna de Catamarca

La agencia de viajes y operador de turismo aventura Socompa acaba de inaugurar una nueva sede en El Peñón, en medio de la Puna de Catamarca y a 3200 metros de altura, punto estratégico para descubrir los mejores escenarios que la provincia reserva para los amantes de la aventura en entornos vírgenes.

Elegimos destinos que vale la pena explorar, con colores, perfumes y grupos humanos con identidad capaces de sorprender a los viajeros más avezados”, cuenta Fabrizio Ghilardi, licenciado en Economía de Negocios en Milán que desde hace cuatro años eligió la Puna, donde se formó como guía de travesías 4x4, safaris fotográficos y trekking, para crear Socompa.

Dentro de las múltiples opciones que ofrece para adentrarse en la riqueza natural y cultural de Catamarca, hay tres expediciones imperdibles en vehículos 4x4. La primera tiene como destino el Cayo de piedra pomez, un caprichoso entramado de formas a más de 3000 metros sobre el nivel del mar. Se trata de un paisaje que parece lunar, ideal para un safari fotográfico. La segunda alternativa atraviesa el cráter del volcán Galán, a 4200 metros de altura, y culmina en un espectáculo conmovedor a todo color y movimiento: más de 19.000 flamencos de la Puna concentrados en la laguna Grande. “Se trata de una reserva en la que se dan cita el 25% de los ejemplares de esa especie que existen en el mundo”, apunta Ghilardi. Por último, los amantes de la naturaleza y la aventura también querrán visitar el oasis de Antofalla. Después de descubrir la belleza que esconde un territorio netamente desértico, se atraviesan varios conos volcánicos, hasta llegar al pueblo en el que eligen vivir unas sesenta personas. Destino de ensueño en la cuesta del salar más alto del mundo, las construcciones de adobe alojan la calidez más auténtica de la gente del norte. No menos atractivos son los bloques de lava hasta Los Colorados, donde la humedad de una vega convoca a multitudes de llamas, vicuñas y suris.

Vale aclarar que las excursiones de alta montaña se realizan en vehículos seguros, con teléfonos satelitales, tres ruedas de auxilio, tanques auxiliares de agua y combustible y bomba de oxígeno. “Trabajamos con las autoridades de turismo provinciales y municipales y con organizaciones no gubernamentales como Fundación Puna Argentina para cumplir con todas las recomendaciones que exige el cuidado de entornos sensibles como los de Catamarca. Queremos garantizar la sustentabilidad de nuestra actividad sin alterar el hábitat de las especies de flora y fauna autóctonas”, detalló Ghilardi.

Socompa marca la huella en turismo sustentable: “Ofrecemos un triple intercambio: con los escenarios naturales, con la cultura de los pobladores locales y con el grupo, realizando una actividad de bajo o media exigencia, que puede ser una caminata”. El viajero no sólo apreciará la belleza de la geografía de la Puna sino que se deleitará al descubrir las culturas actuales y las tradiciones más antiguas de la Argentina, sintiéndose explorador, aventurero y, sobre todo, huésped de Catamarca.

5 Edición del Festival del Chef Patagónico en Villa Pehuenia

Se desarrollará los días 1 y 2 de mayo. Asistirán Dolli Irigoyen –madrina del evento- y los chef invitados Osvaldo Gross y Christophe Krywonis. Habrá degustaciones y clases de cocina con recetas donde primará un producto estrella: el piñón.

 

La Subsecretaría de Turismo de la Provincia del Neuquén informa que se realizará los próximos 1 y 2 de mayo en Villa Pehuenia el Festival del Chef Patagónico. De acuerdo a lo manifestado por el intendente de la localidad, Lic. Mauro del Castillo, esta quinta edición se presentará renovada pero mantendrá la esencia que le imprimieron desde el inicio los organizadores.

Como es habitual, participará la madrina del evento, Dolli Irigoyen, quien es reconocida a nivel nacional como chef, consultora gastronómica y buscadora incansable de los productos, sabores y recetas de la cocina regional argentina. También habrá invitados especiales como Christophe Krywonis y Osvaldo Gross, chefs que conducen programas en el canal Gourmet.

Como en los cuatro años anteriores,  productores y bodegas expositoras tendrán la posibilidad de presentar sus insumos a especialistas, conocedores, aficionados y público en general. Las degustaciones y las clases de cocina serán parte de las principales atracciones de este festival que, para facilitar la participación de residentes y turistas, será de entrada libre y gratuita.

“En esta edición, tanto los visitantes como los expositores, contarán con espacios más amplios y sectores exclusivos para desarrollar las diferentes propuestas, dando a conocer y degustar los más exclusivos productos y vinos de la región. Favorablemente el festival tomará una dimensión mucho más amplia en cuanto a visitantes e invitados especiales”, afirmó la organización mediante un comunicado de prensa.

Aunque el fruto de la araucaria araucana es el producto central de las recetas que elaboran durante el festival los chef locales y de la región, no se trata de la única particularidad que tiene la cocina regional. En ediciones anteriores se empleó huevos verdes-azulados de gallina araucana, hongos que nacen en los bosques que circundan la villa y hasta quínoa traída del otro lado de la cordillera por un grupo de mujeres de la comuna chilena de Melipeuco.

Para obtener más información, comunicarse a la Municipalidad de Villa Pehuenia: teléfonos (02942) 498011 y 498027 y e-mail:turismo@villapehuenia.gov.ar.


La Torre de Londres

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DOMINGO, 19 DE ABRIL DE 2009
GRAN BRETAÑA > LA TORRE DE LONDRES

Misterios, terror y joyas

Tenebroso lugar de ejecuciones, y al mismo tiempo vidriera de las exquisitas joyas de la corona británica, la Torre de Londres encierra misterios, leyendas y una historia por la que desfilaron grandes personajes... con cabeza y sin cabeza.

 Por Graciela Cutuli

Más antigua que el Kremlin y el Vaticano, que el Louvre en París y el Hofburg en Viena, la Torre de Londres es el testigo de todo un milenio. Desde el remoto 1070, cuando Guillermo el Conquistador comenzó a construir una enorme torre de piedra en el centro de su fortaleza en Londres, vio pasar pestes, guerras, revoluciones y ejecuciones, pero también algunas historias de amor y de coraje. En aquellos tiempos era el bastión de una fortaleza solitaria a orillas del neblinoso Támesis: el rey normando jamás habría imaginado las modernas torres iluminadas que hoy rodean su emplazamiento en el corazón de la capital británica (incluyendo el original “bullet building” de Norman Foster), ni los cientos de turistas que todos los días recorren sus más íntimos rincones con una mezcla de sorpresa, horror y admiración. La atracción no es sólo actual: ya en la guía Survey of London, en 1598, se afirmaba que “esta torre es una ciudadela para defender o domeñar la capital, un palacio real para asambleas o tratados, una prisión estatal para los criminales más peligrosos, el único sitio de toda Inglaterra donde puede acuñarse moneda en estos tiempos; la armería para provisión para la guerra, el tesoro de los ornamentos y las joyas de la corona, la conservadora general de la mayoría de los archivos de los tribunales reales de justicia en Westminster”. Sin embargo, hay que recordar que la Torre de Londres no es una sola, sino un complejo de torres y edificios que ocupan una amplia superficie a orillas del río, muy cerca del famoso Tower Bridge. Recorrerla bien merece un día entero de una estadía en Londres: cada paso lleva a un episodio diferente de la historia, animado por todo el abanico de las pasiones humanas.

DE LA TORRE BLANCA A LA TORRE DE LONDRES LA TORRE de Londres nació como un fortín de los varios erigidos por Guillermo el Conquistador para dominar por completo la ciudad más poderosa de Inglaterra y someter a sus rivales. Corría el año 1066. Poco más tarde el fortín fue reemplazado por un sólido torreón de piedra, la Torre Blanca, cuya construcción fue la pesadilla de la población de los alrededores: cada “shire” o distrito estaba obligado a aportar obreros, y las crónicas de aquel entonces relatan las dificultades de cada uno de ellos para proveer la mano de obra necesaria. Sin embargo, para 1100, cuando la obra fue concluida, hubo que reconocer que exhibía una magnificencia nunca antes vista: el edificio medía 36 por 32 metros de ancho, y sus casi treinta metros de altura dominaban con comodidad el paisaje de los alrededores. Una muralla y un terraplén rematado por una empalizada de madera completaban el conjunto, que tenía todo lo necesario para proteger a Londres de la avanzada de cualquier enemigo. Así fue hasta finales del siglo XIX. Para entonces, la Torre había tenido tiempo de vivir toda clase de acontecimientos y forjar toda clase de leyendas.

Los visitantes que hoy compran la entrada en la gran explanada tal vez no lo saben, pero ingresan por la misma ruta que seguían quienes entraban a caballo por los puentes levadizos, desde fines del siglo XIII en adelante. Claro que el aspecto medieval de la Torre, casi digno de un decorado de cine, le debe mucho a la imaginación decimonónica y su fascinación por la Edad Media: a mediados del siglo XIX, el arquitecto Anthony Salvin fue encargado de restaurar la fortaleza en un estilo medieval según lo consideraba el imaginario victoriano. Tanto él como su sucesor introdujeron varias reformas e incluso demolieron algunas construcciones originales: al fin y al cabo, no es tan sencillo pasar indemne por diez siglos de historia. Sin embargo, la Torre de Londres sigue en pie, y se dice que seguirá estándolo mientras vivan entre sus murallas los cuervos celosamente preservados por el “Ravenmaster”, o “maestro de los cuervos”. Por las dudas, están bien cuidados: aunque los muros de la Torre no se cayeron cuando los cuervos fueron trasladados, durante la Segunda Guerra Mundial, ni cuando hubo que expulsar a algunos por traviesos, como “George”, que solía comerse las antenas de televisión...

Ejecuciones, leyendas y joyas Hacia el oeste de la Torre Blanca, un terreno cubierto del célebre y siempre impecable césped inglés oculta una historia trágica: aquí fueron decapitadas diez personas, tres de ellas reinas inglesas. Las tres fueron ejecutadas en lugares diferentes, pero muy cercanos, hoy unidos en un solo memorial de cristal cuya leyenda pide: “Dulce visitante, deténgase un rato. Donde usted se encuentra la muerte cortó la luz de muchos días. Aquí a los nombres engalanados les tajaron el fértil hilo de la vida. Que en paz descansen mientras paseamos a las generaciones por sus conflictos y su coraje, bajo esos agitados cielos”. Bajo o el sol o la frecuente llovizna de Londres, siempre hay algún grupo de visitantes, rodeado de los guardias de la Torre con sus coloridos uniformes, en torno del memorial, recordando las desdichadas historias de Ana Bolena, Catherine Howard y Jane Grey, reinas breves del violento siglo de los Tudor.

Entre los misterios del lugar, se cuenta que todos los años –desde hace décadas, al menos desde los años ’60– llega a la Torre un homenaje anónimo a la segunda esposa de Enrique VIII, bajo la forma de un ramo de rosas con una simple tarjeta: “Reina Ana Bolena, 1536”. Nadie sabe quién las envía, aunque proceden de una famosa florería de Londres: la discreción inglesa prevalece, así como la voluntad de perpetuar una leyenda moderna sobre la antigua Torre. Hay otras, sin embargo: una misteriosa foto con una “mano fantasma”, tomada en 1994 por un grupo de turistas y cuidadosamente examinada por expertos que dicen no haberle encontrado explicación; el espectro de los Cuarteles de Waterloo que en los años ‘80 aterrorizó a algunos de los guardianes; la maldición del Koh-i-Noor, el espectacular diamante de 105 quilates que fue el más grande de los conocidos en su tiempo, engarzado en la corona que usaba la Reina Madre.

Este diamante es una de las grandes atracciones de los Cuarteles de Waterloo, el sector de la Torre que alberga las joyas de la corona. Las auténticas joyas –para genuina sorpresa de los visitantes, admirados ante la magnificencia y el lujo de los objetos exhibidos en vitrinas tenuemente iluminadas– son las que se usan realmente durante las coronaciones de los reyes, desde las coronas hasta los cetros, espadas, orbes y túnicas. Hasta principios del siglo XIX, las piedras preciosas eran simplemente alquiladas, engarzadas para la coronación y finalmente devueltas. Luego de la ceremonia las joyas se exponían al público, pero adornadas con piedras falsas. El incalculable aporte de riquezas de los distintos puntos del Imperio Británico modificó esta costumbre, y parte de esta riqueza es justamente la que hoy se exhibe aquí en la Torre, incluyendo los últimos objetos elaborados para la coronación, en 1953, de Isabel II. Claro que ya no es como en el siglo XVII, cuando a cambio de una pequeña propina la gente podía tocar las joyas... quien ahora intente acercarse, o simplemente sacar una foto, corre el riesgo de ser perseguido por un ejército de alarmas y guardianes.

Las joyas tienen, naturalmente, años de anécdotas acumuladas: como la infortunada corona imperial, que se le cayó al piso al duque de Argyll, durante la apertura del Parlamento en 1845. Quedó “toda aplastada y aplanada, como una tarta en la que alguien se hubiera sentado”, según la gráfica descripción de la reina Victoria. Se cuenta, también, que durante su coronación en 1937 Jorge VI estaba convencido de que el arzobispo de Canterbury no sabría distinguir entre las partes delantera y trasera de la corona de San Eduardo: para remediarlo, hizo atar un hilo de algodón rojo en la parte delantera, antes de la ceremonia. Pero una mano atenta lo quitó un poco antes de comenzar... y finalmente el rey terminó coronado al revés.

Historias de la Torre Los visitantes de la Torre no pueden sino conmoverse con una de sus historias más tristes: la desaparición y casi seguro asesinato de los dos pequeños hijos de Eduardo IV. A la muerte del rey, su hijo Eduardo V, de 12 años, y su hermano Ricardo, de 10, fueron llevados a la Torre por orden de su tío, el Duque de Gloucester. Allí los desdichados niños fueron declarados ilegítimos, y su tío fue coronado como Ricardo III. Aunque no haya pruebas, la historia lo condenó para siempre como mandante del asesinato de ambos hermanos, de cuyo destino nunca más volvió a saberse. Shakespeare también hizo lo suyo para perpetuar la figura de Ricardo III, aquel que hubiera dado su reino a cambio de un caballo... Mucho tiempo después, fueron hallados en la Torre los esqueletos de dos niños, ocultos bajo una escalera en la Torre Blanca, que probablemente hayan sido los infortunados Eduardo y Ricardo. Sin datos que corroboren su veracidad, el imaginario popular ubicó la historia de los príncipes en la llamada Torre Sangrienta. Sin embargo, el mismo lugar estuvo también la celda “de lujo” de Sir Walter Raleigh, que escribió aquí su Historia del mundo. Otros prisioneros célebres dejaron sus nombres grabados en las paredes de la Torre Beauchamp, cuando la inestabilidad política y religiosa de la Inglaterra de los siglos XVI y XVII transformó a la Torre en la principal prisión estatal del país. Aquí se lee claramente el nombre “Jane”, según la leyenda grabado por Guilford Dudley, esposo de la malograda Jane Gray, la “reina de los nueve días”.

Todavía hoy, tantos siglos después, la Torre de Londres está envuelta en un halo de misterio y leyenda. Y como celosos cuidadores de tradiciones, los ingleses se encargan de que siga estándolo, respetando algunas costumbres casi inmemoriales: entre otras muchas, el pago del “Derecho del Condestable”, uno de los varios impuestos que antiguamente cobraba el gobernador de la Torre al tráfico que pasaba por el Támesis. Por eso actualmente, cuando un barco de la Armada Real atraca en el embarcadero, el capitán debe entregar al gobernador de la Torre un barril de ron... que seguramente tendrá el mismo alegre fin de cualquier barril de ron a lo largo de la historia. Aunque sea una historia tan pomposa, trágica y extensa como la que alberga la Torre de Londres, secular centinela de las orillas del Támesis.

DATOS UTILES

La Torre de Londres abre de martes a sábados de 9 a 17.30, y los domingos y lunes de 10 a 17.30 (última admisión a las 17).

Estación de metro (“tube”): Tower Hill.

Entrada: 17 libras; niños 14,5 libras.

En Internet: www.hrp.org.uk

Tapa turismo

Sensatez, sentimiento y una buena guía

Es todo lo que se necesita para recorrer y conocer Steventon, Bath y Chawton, los principales ejes del itinerario vital de Jane Austen. Los discretos pasos de la escritora inglesa y algunos escenarios que inspiraron su obra
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Domingo 5 de abril de 2009 | Publicado en edición impresa 

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Sensatez, sentimiento y una buena guíaLa casa de Chawton, donde la autora escribió Emma y Mansfield Park, además de tocar el piano y tejer, es hoy un museo Foto: Gentileza Jane Austen´s House Museum

Es difícil imaginar un lugar más recóndito y discreto que el pueblo del sudeste inglés donde, el 16 de diciembre de 1775, nació Jane Austen. Sumergido en esa campiña de ensueño teñida del verde inglés que evocan los viejos grabados del siglo XIX, Steventon -en el norte de Hampshire- se ganó un capítulo en la historia literaria cuando su hija más famosa vio la luz en la rectoría local, el edificio hoy desaparecido donde su padre, George Austen, ejerció como ministro de la Iglesia Anglicana durante la infancia y juventud de Jane.

Europa todavía no había sido sacudida por la Revolución Francesa ni Inglaterra en particular había entrado aún en la era victoriana, que la Jane novelista describiría con maestría en sus historias de ambiente rural acomodado, poniendo en práctica eso de pinta tu aldea y pintarás el mundo.

La joven escritora, buena aficionada a las caminatas, solía pasear desde Steventon hasta Popham Lane para buscar sus cartas. Este recorrido, así como el que lleva a los pueblos de Andover, Whitchurch y Overton, permite seguirle los pasos con fidelidad incluso en la actualidad. Las rutas están cambiadas, los pequeños centros también, pero el ambiente pueblerino y el acento de sus habitantes parecen no haber variado en doscientos años.

Estos paseos eran parte de una vida social plena, que le proporcionó gran parte del material para sus novelas. Aquí Jane Austen escribió Northanger Abbey, Sense and Sensibility y Pride and Prejudice . En Basingtoke solía acudir a las reuniones sociales de las Assembly Rooms, en el mismo lugar donde ahora funciona una sucursal del Barclays Bank que recuerda a la novelista con la típica placa azul que conmemora en Inglaterra el paso de un personaje célebre. También era habitué, con su hermana Cassandra, de los bailes que se daban en las mansiones de las cercanías. Una de ellas, The Vyne, cerca de Basingstoke, es propiedad del patrimonio británico y se puede visitar para revivir los momentos más felices de la juventud de Jane.

Poco y nada más queda en Steventon, salvo la iglesia, que data del siglo XII y prácticamente no sufrió alteraciones desde aquellos tiempos. Aquí hay también memoriales en homenaje a Jane y James Austen, su hermano mayor, que se hizo cargo de la parroquia después de su padre. Más sutilmente, la evoca también la veleta con forma de pluma de escritura que corona la torre de la iglesia.

Bath y Southampton

En 1800, George Austen decidió retirarse de la rectoría de Steventon y mudarse a Bath. La novedad produjo una profunda impresión en Jane, muy apegada a su hogar natal. Bath era por entonces una ciudad prácticamente nueva, desarrollada durante la época georgiana hasta un nivel nunca visto.

Famosa por los baños termales levantados con toda la maestría de los romanos en el tema, que aún se visitan hoy, e indisolublemente vinculada a su obra. Sin embargo, los años de Austen en Bath estuvieron marcados por la desgracia y la pérdida de seres queridos. El último de ellos, su padre, en 1805, lo que motivaría el traslado de la escritora junto con su madre y su hermana Cassandra a la propiedad de su hermano Frank, en Southampton. La ciudad portuaria era por entonces un destino que empezaba a ponerse de moda para los baños terapéuticos de mar y por sus fuentes de agua mineral.

La casa de los Austen, en el número 3 de Castle Square, no sobrevivió, pero se considera que estaba donde hoy se encuentra el pub Bosun?s Locker (también aquí hay una placa recordatoria). Sí quedaron las murallas de la ciudad, aunque las construcciones modernas opacan la vista que la familia seguramente tenía en el siglo XIX.

Austen no escribió durante sus años en Southampton, pero sí tomó inspiración para sus obras posteriores, además de asistir a los bailes del Dolphin Hotel en High Street, a pocos pasos de Castle Square. El hotel aún existe y ofrece los Jane Austen Assembly Rooms del primer piso, donde se cuenta que la escritora asistió a un baile en 1808, para organizar bodas. No fue la única huésped célebre: aquí se alojaron también la reina Victoria, William Thackeray, Richard Burton y Elizabeth Taylor.

Desde Southampton era frecuente embarcarse para conocer los alrededores y llegar hasta las pintorescas ruinas de Netley Abbey, fuente de inspiración para numerosos poetas y artistas durante siglos.

La última casa

Destinada como todas las mujeres solas de su época a vivir en casa de algún familiar, Jane, Cassandra y su madre viuda vuelven a mudarse en 1808, cuando reciben una invitación para vivir en Chawton Cottage, parte de Chawton House, propiedad de otro de sus hermanos, Edward. Este hermano había sido adoptado en su infancia por el rico matrimonio Knight. Este fue el último hogar de Jane y también donde se convirtió finalmente en una escritora publicada y apreciada, aunque aún lejos del reconocimiento generalizado que despertó su obra generaciones más tarde.

La casa de Chawton, donde Jane pasó años felices escribiendo, tocando el piano, cosiendo la manta de patchwork que hoy se exhibe en las paredes y cuidando amorosamente a sus sobrinos, es ahora un museo consagrado a su vida y su obra, que conserva sus libros de música, su cuarto de dibujo, su piano y varias ediciones de sus libros. Se llega recorriendo un kilómetro y medio desde la localidad de Alton, en Hampshire, nuevamente cerca de Steventon, donde la familia había mantenido amistades y relaciones.

En el jardín de la casa, las mujeres Austen cultivaban frutas y vegetales, mientras -aprovechando la cercanía de un cruce de caminos- se informaban por los transeúntes y carruajes de las últimas novedades. Hoy todo es más tranquilo y la quietud del pueblo sólo suele verse interrumpida por los austenianos -sobre todo lectores en lengua inglesa- que quieren ver la casa donde la novelista escribió Mansfield Park y Emma, revisando además Sense and Sensibility Pride and Prejudice , escritas con anterioridad.

Desde la fachada de ladrillos a la vista hasta el plácido jardín y el típico interior inglés de la Inglaterra preindustrial invitan a sentirse próximos a los personajes de cualquiera de estas novelas. No sorprendería nada si de pronto, haciendo crujir el piso de madera, aparecieran detrás de la puerta Elizabeth Bennett o la joven Emma. Libros, muebles y otros recuerdos son objeto de silenciosa devoción para los lectores de la escritora, algunos atraídos también por las populares versiones cinematográficas de los últimos años.

La casa principal de la propiedad es Chawton House, que luego de la muerte de Edward quedó en manos de la familia Knight. A principios de los años 90, la casa fue concesionada y en la actualidad es sede de un centro de formación de escritura para las mujeres, donde también se organizan visitas regularmente. El centro posee como gran atractivo una gran colección de obras centrada en la escritura de mujeres en inglés entre los años 1600 y 1830.

Más allá de estos lugares, las huellas de Jane Austen están diseminadas por otras ciudades de Inglaterra. Se pueden evocar en la Royal Library del castillo de Windsor, donde se encuentra la edición especial dedicada al príncipe regente (el futuro rey Jorge IV), un admirador de sus obras; en los locales londinenses de la fábrica de cerámica Wedgwood, que Jane solía visitar (el servicio de mesa que compró Edward Austen aún se conserva en Chawton); en las casas de su hermano Henry en Londres, donde se alojaba cuando debía negociar con editores y corregir pruebas. Dos de las casas de Henry -en Covent Garden (10 Henrietta Street) y 23 Hans Place- existen todavía, con sendas placas recordatorias. Y es insoslayable la British Library, en Euston Road, muy cerca de las estaciones King?s Cross y St. Pancras, entre cuyos tesoros está el pequeño escritorio de la novelista, un cuaderno de notas de su juventud y varias cartas a su hermana Cassandra. Finalmente, son muchos los admiradores que le dan un último adiós junto a su tumba, en la catedral de Winchester, no lejos de la casa de College Street donde murió.

Por Pierre Dumas 
Para La Nacion 

DATOS ÚTILES

  • Chawton House: datos sobre el centro de escritura femenina y visitas en www.chawton.org

  • Jane Austen Centre en Bath: 40 Gay Street, Bath. Exhibición permanente sobre la experiencia de la escritora en la ciudad, donde ambientó parte de Northanger Abbey y Persuasion. www.janeausten.co.uk

  • British Library: se puede consultar los horarios de apertura y las colecciones en www.bl.uk

  • Jane Austen Country Tour: visitas guiadas en Hampshire siguiendo los pasos de la escritora. Partidas desde Basingstoke, el Jane Austen House Museum o Chawton. Itinerarios personalizados. Informes por el 01256 81 4222 y el sitio www.hiddenbritaintours.co.uk

Copahue, antes de la nieve

Este año, la temporada termal se extiende hasta el 4 de mayo, aunque en el invierno se harán excursiones de aventura para esquiadores
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Domingo 19 de abril de 2009 | Publicado en edición impresa 

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Copahue, antes de la nieveAguas en ebullición para baños reconfortantes Foto: Pierre Dumas

COPAHUE.- Pronto la nieve cubrirá los techos de las casas y los hoteles con un manto de más de 4 metros de espesor. Pero no cubrirá las lagunas termales, que serán como islas de calor en un mundo de hielo y frío. Un mundo al revés.

Los antiguos griegos hubieran podido encontrar aquí las puertas de sus infiernos: entre fumarolas, aguas hirvientes, pozo en las rocas de donde brotan columnas de humo y lagunas que huelen tanto a azufre que pica la nariz, difícil imaginar un escenario mejor.

Copahue parece haber sido creada para mostrar todos los caprichos y el costado bizarro de la naturaleza; es un lugar tan extraño que no se puede inventar. Y lo descubre a quien se anime a un largo viaje por tierra, cruzando toda la provincia de Neuquén, desde la capital hacia el límite con Chile, y quiera trepar por las montañas.

La bienvenida la da el viento que trae los efluvios de azufre de las lagunas. En Neuquén capital dicen que reconocen así a los curistas y turistas que estuvieron en Copahue, incluso después de varios días, porque el olor queda impregnado hasta en los zapatos.

Unos días más

Copahue está a 2000 metros de altura, algunos cientos de metros por encima de Caviahue, el centro de esquí sobre el lago del mismo nombre. Por eso en invierno desaparece literalmente: los pobladores se van y la nieve cubre todo. Para proteger las casas se colocan en puertas y ventanas tablas de madera, que permanecerán hasta noviembre, cuando la nieve se derrite y el centro vuelve a cobrar vida gracias a los visitantes de una nueva temporada termal y turística. Sin embargo, el paréntesis invernal bien podría achicarse este año, ya que están previstas excursiones desde Caviahue en vehículos con orugas, para esquiar entre las puntas de los techos y bañarse en las piletas termales, en medio de un paisaje digno de la Antártida.

No es la única novedad de este año para Copahue, ya que el Ente Termal Provincial anunció que se extiende la temporada hasta el 4 de mayo, para responder a la demanda creciente de parte de curistas y turistas. Serán algunos días más ganados al invierno, que permitirán aprovechar también el primer feriado largo de mayo. Para estar a tono, el centro termal se moderniza año tras año, y agrega cada vez más servicios para complementar la calidad de las aguas, consideradas las mejores del país.

Además del sector medicinal hay un flamante spa cuyo papel es convertir la villa no sólo en un centro curativo, sino también en un centro de bienestar.

En el pequeño valle donde está encerrada la villa de Copahue brotan aguas por todos lados, cada una con una temperatura, un color y propiedades distintas. Es increíble ver cómo a pocos metros surge agua caliente, pero potable (la fuente del Agua del Mate, por ejemplo, donde se va a llenar los termos), junto a otras que tienen propiedades curativas y no se pueden ingerir (la lagunita de los Callos, cuyas propiedades no necesitan más explicaciones que las de su nombre).

Un poco más lejos, otra fuente de distinta temperatura favorece el crecimiento de un tipo de algas utilizadas en los tratamientos del centro termal. La laguna central, la más impactante visualmente por las cortinas de humo que proyecta opacando las vistas de las orillas, es a su vez sulfurosa y produce con la tierra de la montaña un barro utilizado en los tratamientos. Esta extraña complejidad de manantiales no termina aquí: también está la laguna Verde, que invita a sumergirse en aguas ricas en algas, y la laguna de los Chanchos, para baños con barro natural.

El 4 de mayo, cuando se vayan los últimos turistas y se tapen las ventanas y puertas, habrá entonces un nuevo motivo para regresar a Copahue. Y mejor aun si es con esquíes.

Por Pierre Dumas 
Para LA NACION 

DATOS ÚTILES

Cómo llegar

  • Neuquén capital por avión o ruta. Se sigue por las RN 22 y 40 pasando por Plaza Huincul, Zapala, Las Lajas y Loncopué, donde se toma la RP 26 hasta Caviahue y Copahue. La provincia está estudiando un servicio aéreo a distintas localidades, y en el futuro se reanudarán los vuelos en avionetas regionales entre Neuquén y Loncopué.

Para alojarse

  • Hay distintos hoteles en Copahue. Estarán abiertos hasta el fin de temporada, el 4 de mayo, y abrirán de nuevo a principios de diciembre. En Caviahue, los hoteles están abiertos todo el año. En Copahue, los precios de hotelería varían de $ 200 a 350 una habitación doble por día, con pensión completa en un hotel tres estrellas. Contar unos 160 para lo mismo en un hotel de menor categoría. Hay también cabañas para cuatro personas, con un promedio de 400 por día.

Tarifas termales

  • Algunas tarifas: baños de inmersión con agua mineromedicinal, $ 15. Fangoterapia local, 20. Masaje local, 20. Máscara facial, 20.

Más información

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